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Edith G. de Perea
ELECCIÓN
No quiero que el enojo
se meta en mis entrañas,
se lleve hoy mi canto,
quebrándome la voz.
No quiero que me llenen,
extrañas espirales,
del humo cruel que opaque
la luz que se me dió.
La vida corre, vuela,
da un salto a cada instante,
me invita a sus piruetas,
a sus juegos de a dos.
Por eso, no al enojo:
me necesito plena,
liviana y animosa.
Un prisma bajo el sol.
TEMOR.
No recibas una rosa
que te da una mano oscura.
Desconfía de la inquina
disfrazada de belleza
que, en mentida gentileza,
disimula sus espinas.
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